HoLaa gentte, espperoo que os lo paseiis suupper Biienn leyendoo esta HiisttoRiia! :)

domingo, 31 de octubre de 2010

Capítulo 3: Un tropiezo inesperado.

Capítulo 3: un tropiezo inesperado.


-Ya hemos llegado, Susan. ¿Te gusta el sitio? - me preguntó un tanto nervioso.
-Es precioso, Jason. ¿Nos sentamos? -pregunté.
-Sí, claro.-Y fuímos a la mesa más lejana a la multitud, aunque no sabía porque quería tener intimidad, todavía casi no nos conocíamos.
-¿Pedimos ya? Me has hablado tan bién de estos helados, que me muero por probarlos. -Le dije sonriente.
-¿Que quieres tomar? -preguntó con la sonrísa más bonita y cálida que había visto en mi vida.
-La verdad esque hay tantos sabores que elegir, que no se muy bien que pedir.
No se que me pasaba pero yo no estaba en esa conversación. Sus ojos rojizos me hipnotizaban y no podía parar de mirarlos, y para mejorar mi situación él tampoco parecía poder parar de mirarme a mí. Su sonrisa me enamoraba y tenía unas ganas inconfesables de besarle, pero no sabía si él sentía lo mismo por mí.
-Te recomiendo el helado de fresa y chocolate. Ya se que es muy típico, pero ya verás que te encantará.-aconsejó nervioso- es la especialidad de la casa.
-De acuerdo pero tendremos que compartirlo, porque la verdad esque yo no como mucho, y tampoco esque tenga mucha hambre.-confesé avergonzada.
-Yo tampoco tengo mucha hambre, pero puedo pedir un helado pequeño. Te gustará mucho, me han dicho que está buenísimo.
-¿Esque tu no los has probado? -pregunté confusa. ¿Le gustaba este sítio, pero nunca había probado ningún producto suyo? -Gracias, Jason. -Dije, después de estar un momento en silencio.
-¿Por qué?-preguntó confuso.
-Sé que nos conocemos desde hace poco pero, me alegro mucho de haberte conocido, enserio. -Me sonrojé. Hasta yo notaba que teníamos química.
-Gracias a ti también por no haberme juzgado y haber salido esta noche con migo, Susan.-Y se fué ha hacer cola, sonrojado y riéndose.
Esperé en la silla de la heladería, muy nerviosa, sin saber porqué,mirándome en mi mini espejo de bolsillo a cada instante para acomprobar que tenia un aspecto "pasable", hasta que vi que Jason venía andando hacía mí un poco nervioso...
-Los helados ya están aquí. -Dijo canviando totalmente de humor -rico, rico, venga. ¡A comer! - Cuando se agachó para poner mi helado sobre la mesa se le cayó un papelito del bolsillo de la camisa; parecía un poco arrugado, pero no me pude resistir y lo cogí.
-Se te ha caído esto. ¿Qué és?- Le pregunté abriéndolo, demasiado confiada. Ponía:
Jason:
Hola cariño, te dejo mi número grabado para que no lo pierdas nunca.
622-166-645 / 206-334-9825
P.D: No olvides que el martes hemos quedado para tomar algo. Muchos besos, guapo. te quiere...
Tu Annie.
-¡Dame ese papel! -dijo gritando, lo suficientemente alto para que toda la cafetería se nos quedara mirando.
-Jason, lo he leído. ¿Para que sales con migo? ¿Te doy pena, o algo así? -Dije gritando. Y antes de que se pudiera explicar, y con todo el mundo mirándonos, le lanzé mi helado a la cara y salí corriendo de alli.
Fué un impulso repentino el haberle tirado el helado a Jason, pero creo que por primera vez en mi vida... Estaba celosa. Una cosa inexplicable en aquel momento, dado que yo y Jason no éramos nada y que esa nota no tenia porqué significar nada para él; y si lo significaba ¿Qué?...
Y lo que Jason no sabía esque a mi, si que me gustaría ser algo para él.
Corrí hacia mi casa, muy enfadada, y eso sí, demasiado avergonzada por haber montado ese numerito en la heladería...
Miraba hacia atrás, por si Jason venía para arreglarlo todo,(aunque más que nada era yo la que tenía que disculparse con él), y entonces me tropecé con un banco en el que estaban sentados unos tipos que fumaban y bebian como locos. Eran muy corpulentos, y no parecia haberles gustado mucho el que me cayerá encima de ellos, sin previo aviso.
-¿Tenemos una invitada?- Dijo un chico, o más bién ya un hombre de treinta y muchos años, mirando a sus amigos y riéndose. Era, como los demás, muy grande, tenía el pelo notablemente tintado y parecia ser el jefe de aquellos "gorilas". Me asustaba un poco ver unas cuantas botellas vacías, de vozka, tiradas por el suelo, pero me quedé allí, paralizada por el miedo y sin poder mover un solo músculo, no quería asustarlos y acabar mal.( O por lo menso peor de loq ue había acabado ya la noche)
-Lo siento, caballeros. -dije educadamente, exausta por la carrera que habia recorrido hace unos instantes- No era mi intención molestarles, lo siento mucho.
-Lo que nosotros sentímos es no habernos encontrado antes contigo, preciosa. -Dijo "el jefe", de nuevo, con una sonrisa de lo más maliciosa.
-Bueno, si me disculpan, me tengo que ir, ya es tarde. -Repliqué nerviosa.
-¿Irte? Si acabas de llegar. -dijo el mismo- Lo pasaremos bién.
-Lo siento, tengo que marcharme. -Les dije aun más inquieta, temiéndome lo peor.
Pero sin darme cuenta, me apartaban de la calle, para llevarme a un callejón apartado de la multitud.
-¿Que te pasa? ¿Estás asustada? -dijo el jefe, hechando, con una mueca de frialdad, a todos sus amiguitos, del callejón.
-Chicos, creoq ue deberíais dejarnos solos por un rato, esta puta es mía.
-Am... creo que... - ¿Qué?¿Me había llamado puta?Y sin darme tiempo a hablar se abalanzó sobre mí bruscamente, con un gesto amenazador y ambicioso.
-Déjate llevar, nena.-Me dijo intentando desabrochar mis pantalones y besándome el cuello.
Cerré los ojos para ver si era una de mis temerarias pesadillas, pero no. Aquello era tan real como yo misma, aquello me dolía como no me había dolido nada en toda mi vida. Me resistí pero no funcionó, solo conseguí que se enfadará aun más.
-¡¡¡Suéltame cabrón!!! ¡Socorro! ¡Ayúdenme! -Intenté gritar, pero de mi garganta no salió voz alguna, solo unos pequeños sollozos.
-¡¿No estás disfrutándo, nena!?- Dijo frenético, su aliento olía como una destileria en mi garganta.
Intenté librarme de sus terribles manos, que desde hace un rato, me estabn haciendo daño, pero mis esfuerzos eran nulos;
-¡Dejame, por favor! -conseguí susurrarle al oído, mientras hechaba a perder mi castidad, y me manejaba, como si yo fuera una muñeca.
-¡Cállate ya, puta! -y su mano se abalanzo sobre mi cara, a una velocidad de vértigo.
La cara me dolía mucho, y me sentia muy mal, un poco mareada, pero sobretodo enfadada con migo misma, por no haber tenido más cuidado y haber salido corriendo de allí en cuanto alí la situación.
No pensé que aquello terminaría tan pronto, pero el sufrimiento acabó repentinamente...
Andaba por un parque repleto de rosas,amapolas,margaritas,jazmínes y toda clase de flores,aquello era precioso, cuando de pronto me di cuenta de que el camino se bifurcaba y a un lado apareció Jason y al otro lado Red, los dos muy solitarios y mirándome a los ojos fijamente, trajeados a lo tradicional y... Radiantes.
De repente Jason, se sobresaltó al ver que Red se acercaba hasta mí y que algo se lo impedía a él,era como una fuerza invisible que no le dejaba avanzar más y viendo esta situación, al parecer, insoportable para él,se zafó de esa fuerza no visible y fue corriendo hasta donde estaba Red, los dos forcejearon pero a Jason no le costó gran cosa librarse de él y... ¡Se lanzó a matarlo!
-¡Ahhhh! ¡Red! ¡Jason!-Grité desesperada, pensando que seguía en aquella pesadilla que tanto me hacía sufrir.
-¿Susan?, ¿estás despierta? -Gritó Red.
-¿Qué haces aquí? ¿Donde estoy? ¿Porque estás con migo? -demasiadas preguntas, me dolía mucho la cabeza, y la verdad esque no tenía muchas ganas de saber las respuestas.
-Porqué te he encontrado tirada en la calle a las ocho de la mañana. -Dijo mientras me incorporaba cuidadosamente en la camilla de urgencias.
-¡¿Las ocho?! -Grité angustiada por la pesadilla, y un poco mareada.
-Tranquila, ya pasó todo. Estoy aquí, tranquila Susan.-Respondió.
-¿Aquí, donde? ¿Donde estamos? -pregunté muy confusa.
-Estamos en el Northwest Hospital; he llamado a tu madre y está de camino, tranquila, ya pasó todo, Susan.-Me consoló abrazándome fuertemente; pero,¿Todo? ¿Esque él sabía algo de lo que me había pasado aquella desastrosa noche? ¿Que me estaba ocurriendo? No entendía nada.
-¡Mi madre! -Dije recordando que ayer había prometido llamarla, si me quedaba hasta más tarde- ¡Estará preocupadísima!
-¿Te encuentro tirada a las 8:00 de la mañana en medio de la calle, y lo único que te importa es que tendrías que haber llamado a tu madre ayer?
En ese mismo instante, entraron mis padres, corriéndo, en la candente habitación, desesperados y muy angustiados.
Tube unas ganas inmensas de llorar, pero solo me di cuenta de que mis lágrimas caían de mis cansados ojos, cuando Red me tendío un pañuelo con olor a menta fresca; me encantaba ese olor, asique eso me animó un poco(dentro de lo que una se puede animar cuando la somenten a ese tipo de atrocidades).
Mi madre, sin decirme nada, me dió un abrazo y mi padre me acarició y me dió un beso en la frente.
-Señores, es mejor que dejen a la paciente descansar, no es bueno para ella estar en tensión en estos momentos, lo siento pero no pueden seguir aquí. -Dijo una enfermera que entraba, a la vez que para acompañar a mis invitados, a la salida, para renovarme el suero.
Mi madre me dió un gran abrazo que me dejó sin respiración y yo, se lo devolví lo más fuerte que pude.
-Mamá, papá, quedaos un poco más... ¡por favor!-les supliqué-por favor-repetí, pero esta vez mirando a los ojos a aquella enfermera rubia.
-Lo siento cariño, pero no nos podemos quedar más tiempo, es lo mejor para ti; además, cuandoacabe todo esto, y te recuperes, estaremos junto a ti todo el tiempo, nos tendrás que apartar de lo pesados que seremos, ¿De acuerdo?-Dijo mi madre sin darle tiempo a la enfermera a responder a mi pregunta.
-Adios, preciosa. -Me dijo mi padre, mientras me daba otro sonoro beso en la frente, y todos salieron de la habitación, pero Red se despidió de mi a través de la ventana, guiñándome un ojo, y diciéndome que todo saldría bién.-yo no le creía; no esque lo de la otra noche me ubiera matado, pero estaba muy triste, y hasta un poco traumatizada por todo aquello...
Me quedé a solas con la desconocida enfermera, que me estaba acomodando la almohada. Era Rubía y delgada, un poco pálida de piel y baste alta.
-¿Estás mejor, chica?-Me dijo la enfermera, que a judgar por su placa de identificación, se llamaba Annie.
-Si, estoy mucho mejor, gracias. -dije, todavía un poco mareada por la situación.
-Bueno, dentro de doce horas te daré el alta, si estás mejor, ¿De acuerdo?-Dijo con una gran sonrisa, que me inspiraba confianza.
-Encantada. -Le respondí, con muchas ganas de llegar a mi casa.
Entonces, salío por la puerta, pera dejarme descansar.
No paraba de contar las oras, eran las 10:00 de la mañana, asique aun me quedaba un buén rato para estar alli, pero la verdad esque se me hizo bastante ameno.
Me dieron el alta, sobre las onze de la noche, llovía bastante fuerte, pero a un así, en el coche no pude parar de pensar en mi discusión con Jason.
No sabía si disculparme, o que hacer.Estava muerta de verguenza, y la verdad es que no tenía ganas de nada, solo de tumbarme en mi cama, y olvidarme de todo este asunto.
Llegamos sobre las 23:45 a casa, y con un gran esfuerzo por mi parte, al subir las escalera, (aun seguía un poco mareada)abrí la puerta de mi habitación, y me pareció como si fuera la primera vez que entrava en aquel cuarto. Senti un frio inmenso, que me recorrió todo el cuerpo. Me parecía distinta, algo era diferente, pero no tenía ningunas ganas de averiguar que era, en aquel momento. No me sentía bien, pero un chocolate calentito siempre me ayudaba a encontrarme mejor, y cuando me disponía a bajar a por una taza bien llena, tocaron a mi puerta.
-¿Como estás, cariño? ¿Estás bien? -Preguntó mi madre, un poco nerviosa, por no saber que había sucedido aquella noche. Parecía bastante frustrada, pero era normal.
-Sí, mamá, gracias.-Le mentí. Para ver si se tranquilizaba un poco sonreí falsamente, pero no dió resultado, y como vió que no me podía sacar información, habló a solas con mi padre para ver si él lo conseguía.
-Hija... -Empezó mi padre.
-Dime, papá, que quieres? -Le dije con un tono un poco desagradecido.
-Hablar de lo que ocurrió ayer por la noche, recuerdas algo, nena?- Mis ojos no pudieron contenerse al escuchar la palabla "nena" y me heché en la cama, llorando.
No creo que mis padres se imaginaran lo que me había sucedido el día anterior, pero por ahora, era mejor que no supieran nada. Sí, por descontado, era mucho mejor, no quería ni imaginarme como me tratarían si lo supieran.
-Susan, ¿estás bien, cielo? -se disculpó mi padre.
-No pasa nada, papá, estoy muy cansada,creo que ahora me vendría mejor dormir un rato, hablaremos de esto en otro momento.-le impuse. I con un gesto poco amable le pedí que saliera de mi habitación inmediatamente.
-Bueno, está bien. Descansa.-Me dijo desde el otro lado de la puerta.
Parecía que le había molestado que no quisiera hablar,aunque era normal, pero en esos momentos nadie me podia ayudar, estaba demasiado cansada para reaccionar a cualquier pregunta.
Ni mi madre, ni mi padre, volvieron a insistir sobre ese tema en toda la noche. Con eso me conformaba.
Cuando intentaba dormir pasaban por mi mente imágenes de aquella traumática noche en el callejón. No lo había pasado peor en toda mi vida. La imagen de aquel hombre me rondaba la cabeza una y otra vez, sin parar... Sus manos, su cara, su cuerpo sobre mi... Todo me saba escalofríos.
Estaba muy confusa, pero algo tenía claro... Tenía que ir a hacerle una visita a Jason. Tenía que contarle todo loq ue me había pasado por la noche, tenía que decirle que me sentía fatal y que necesitaba su apoyo.
No sabía como ni por qué, pero esa situación me unió a Jason como si nada más pudiera hacerlo mejor. Ahora él era uno de mis mejores amigos.
Aquella angustiosa noche, no pegue ni ojo. Estaba demasiado nerviosa para dormir. Pensaba en Jason, y en la nota que vi... También en la enfermara que se llamaba Annie... Aquella situación me superaba y no sabía exactamente que hacer.
Miré el reloj y eran las 3:00 de la madrugada, y no estar dormida a esas horas, era muy extraño en mi, la persona más dormilona que conocía por el momento...
Conseguí dormir un poco después de bajar a por un vaso de leche caliente y una de las pastillitas que tomaba mi madre para relajarse cuando mi padre roncaba, pero aquella noche no me pude relajar hasta pasado un rato, y después de una semana teniendo pesadillas todos los dias, no tenía muchas ganas de dormirme, pero estaba muy cansada y al final, lo conseguí.
Me desperté a las 6:00 de la mañana, pero aunque solo había dormido una hora y me había tomado un calmante bastante fuerte, por mi estrés, los nervios seguían dejando su huella en mí. De las 7:00 a las 8:00 de la mañana estube todo día correteando por la casa...
Abrí mi armario antes de que me sonara la alrma para ir al instituto, me puse lo primero que cojí y me dirijí hacía el baño para quitarme los enrredos del pelo -cosa que no me gustaba para nada-. Cuando estaba desayunando un yogur de fresa y plátano-Del que después me di cuenta que llevaba tres dias caducado- fuí al baño a lavarme los dientes y salí de mi casa directa hacia la parada del autobús.

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