HoLaa gentte, espperoo que os lo paseiis suupper Biienn leyendoo esta HiisttoRiia! :)

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Capítulo 5: mi confesión



¡Otra vez aquella sensación!

Era extrañísima, no sabría ni como describirla, pero lo que si sé, es lo mal que me sentía al estar dentro de ella. Dentro de aquel frío helado me sentía muerta, sola y desconsolada.

Esta vez estaba con una chica desconocida en una habitación oscura;

La chica, lucía el pelo hasta la cintura, y de un color oscuro intenso, era muy guapa y me miraba fijamente con unos ojos verdes que me infundían temor. En ese momento tenía miedo, pero aun me asusté más, cuando de repente, la chica se me acercó, poco a poco, cada vez más, hasta que me susurró al oído:

-Eres de los nuestros, siempre serás de los nuestros.

Y en ese preciso instante, me clavó un puñal en el pecho, del cual, al cabo de un momento empezó a manar un río de sangre roja y brillante, pero a mí, no me sucedió nada, al contrario, me sentía mejor que nunca.

Desperté sudorosa y atemorizada, por aquella, que sin duda había sido mi peor pesadilla hasta el momento. Pero no por el hecho de que me hubiese clavado un maldito cuchillo en el pecho, sino porque no era la primera vez que veía a esa chica. Sí. Ya me acuerdo. Se llamaba Noelia, Noelia Larrouse; era la hija del reberendo Larrouse, claro. Pero desde que la vi por primera vez en clase, supe que no era muy normal que digamos, aunque a mí nadie me parece normal.

Me levanté de la cama, después de un buen rato, ya no tenía ganas de seguir tumbada pensando en aquella odiosa pesadilla.

Me estaba preparando una tostadas con mantequilla y mermelada, cuando de pronto, alguien tocó al timbre, enfurruñada, por no poder comerme el desayuno (cuando no como.. me pongo sigamos.. un poco histérica ), fui a abrir. Como no, Jason.

-¿Si? ¿Quién es?- Pregunté inútilmente, sabiendo que era él.

Jason! Por favor, abre, tengo que hablar contigo.

-¡Ahora no puedo! -le grité- ¿Podemos hablar en otro momento?

-por favor – me suplicó- es importante para mi, saber que te pasa.

¿Que me pasaba? Ohh! Nada de nada. Solo que mi familia estaba en una pésima situación económica; me habían puesto un castigo en el instituto por empezar una guerra de comida (Y... si, aun sigo pensando que no fue culpa mía);La odiosa puta del instituto, me tenía manía, (Diana), y aunque me la tenía desde hace muchos años años, y no sabía porque, me hacía sentirme mal, y sobretodo es un problema que la más popular de tu cole.. no pare de hablar mal de ti (no tendrá nada mejor que hacer); me gustan dos chicos, Red y Jason... Aunque no sé si les gusto a ellos, o por lo menos a Red... Y también creo que los dos son muy raros, aunque yo tampoco es que sea del todo normal; en mi primera cita con Jason... Aunque no es que fuera del todo una cita, la fastidié como nunca lo hubiera imaginado, ¡Con un ataque de celos! (Si, ya lo sé, es del todo raro en mi, pero no se que me pasó), entonces le tiré un helado en la cabeza a Jason... muy lógico ¿Verdad?; y después... No quiero ni pensar lo que me pasó después... (y encima el tío que después de violarme me dejó tirada en la calle... ¡Olia fatal! (enserio, creo que ni un cerdo...).

Asique, si. Puedo decir que mi vida és y será una completa mierda, al menos durante un tiempo.

Abrí la puerta. Como no, otra vez.Seguro que me quedé con cara de tonta mirando su cara...

-¿Tan feo soy, que ni siquiera quieres abrirme la puerta?-me dijo sonriente.

-Lo siento-dije sin poder mirarle a la cara, todavía. Estaba muy avergonzada por lo que nos pasó, o mejor dicho, me pasó el otro día.-Pensaba que estarías enfadado conmigo.

-¿Enfadado? ¡No! solo quería saber lo que te pasaba, nada más. como el otro día estabas tan... Como decirlo... Rara...

-De verdad que lo siento- le dije. y le miré. le miré y ya no tenía esos ojos rojos que el otro día me atemorizaron un poco. Ahora tenía esos ojos tan sexis que le caracterizaban.

Asique mi mayor logro (si lo conseguía) sería poder mirarle a jos ojos un segundo más, y no derretirme por completo.

-Nunca me había puesto así por un chico....

-¡Está bien!-dijo alegre. Demasiado- Eso significa que no soy tan feo como yo creía-y se rió.

-No eres para nada feo.

-No se yo.... Lo que si está claro es que aquí la guapa eres tú.

OH.DIOS.MIO!

-Pasa, anda.- No sabía ni como actuar con él.

-Por fin. Creía que me ibas a dejar todo el día ahí.

-No soy tan mala-Le dije con la cara más seductora que encontré en mi repertorio.

-De acuerdo....-dijo sonriéndome.

Pasamos a la sala de estar y yo le hice un gesto para que me siguiese a mi habitación.Sí.Se lo que pensáis.Pero, no.Solo lo he visto 3 veces.

Entramos a mi habitación y despues de sentarme en la cama le animé a sentarse a mi lado.

-Bueno, ya estamos aquí, ahora, dime que querías.

-Ehh... Bueno.. yo solo quería saber porqué el otro día estabas tan rara y sobretodo que pasó después.

Se lo cuento?

No.

Si.

No se.

Creo que no tengo tanta confianza con él como para contarle lo de la otra noche, pero la verdad es que necesito contárselo a alguien por fin. Lo necesito.

-Vale, te lo contaré todo. Ya no puedo más-Le dije hechandome a llorar-Necesito a alguien a mi lado. Te necesito Jason.-Y le abracé tan rápido que ni él se lo esperó.

No me dijo nada más. No me preguntó nada más. Simplemente estuvimos abrazados como... Más de media hora sin decirnos nada.Nada de nada. Hasta que de mi boca salió un pequeño susurro.

-Me violaron.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Capítulo 4: El castigo


Mis padres estaban empeñados en que no fuera al instituto pero la verdad es que quería ver a Red y nadie me lo iva a impedir, además hoy empezábamos con nuestro castigo y no podía faltar.

En la clase me aislé un poco de todo el mundo pero lo necesitaba... Necesitaba pensar un poco en mis cosas y aclararme de todo aquel lio. Todavía seguía asustada, y dándole vueltas a mi cabezita hueca, me di cuenta de que no tenía ni idea de que iva a decirle a Jason cuando fuera a verle, después del trabajo, y de que tampoco tenía ni idea de que haría cuando viese a Red.

Las clases se me pasaron volando, y mira que eso era raro en mi, auqnue podría ser porque no tenía ninguna intención de atender en ninguna de ellas. Y cuando quise darme cuenta, ya eran las 14:00.

Ahora me tocaba, o mejor dicho, nos tocaba, nuestra hora de castigo diário, y como de costumbre, yo estaba muy nerviosa.

Me dirigía hacia el aula de castigo(aun no sabía que íbamos ha hacer), y me encontré con Red(si, el guapo,musculoso,etcétera,etcétera...)

-¡Hola!-Le dije al verle, con la típica sonrisa de tonta que siempre se me ponía.

-Hola, Susan. ¿Qué tal todo? ¿Como se lo han tomado tus padres?

-¿eh? ¡Ah, lo del castigo!- le dije.

-Si, pero también por lo que pasó ayer por la noche, pasara lo que pasara...-Me dijo indiréctamente.

-Bueno... Pues... Esque, respecto a lo del castigo, aun no se lo he dicho a ninguno de los dos.-aunque tampoco creía que hiciera falta, ya que, no nos sobraban los problemas- Y a lo demás... bueno... no quiero hablar de eso.

-Bueno, no pasa nada- contestó con cara de arrepentimiento. -Pero, tus padres no creo que se enfadasen por un pequeño castigo, ¿verdad?

-No, no creo-Le respondí yo, mintiendo... Estaba claro que él no sabía como eran mis padres.

Sin decir nada más fuímos a el aula de castigo, al final del pasillo, donde nos esperaban, el director Stakermen y la imbécil de Diana.

Al entrar el director nos miró a Red y a mi fijamente a los ojos.

-¿Sabéis? Hay unos pequeños artilugios llamados relojes, de los que facilmente podríais hacer uso.

-¡Lo siento!-soltamos los dos a la vez.

No contestó, y acto seguido, salió por la puerta.

Los tres nos quedamos mirándonos fijamente, y como aquella situación de silencio no me gustaba nada, fui yo la primera en hablar:

-Diana, ¿Por qué eres asi conmigo?-Le dije, ya un poco enfadada.

-No lo sé, simplemente, no me caes bien.

No hizo falta decir nada más hasta que acabó aquella eterna hora infernal de castigo.

Y nisiquiera se dijo nada entonces. Los tres, nos fuimos cada uno a nuestra casa, sin decir palabra alguna.

Al montarme en mi bicicleta,(bueno, no era mía exactamente, le había pedido a Irma Watson, una chica no muy favorecida, -la verdad sea dicha-, de mi curso, que me la dejara los días de castigo para volver a mi casa), sentí que un frío ivernal me rodeaba, no sabía exactamente que era aquel escalofrio que impregnaba todo mi cuerpo, perlo la verdad, esque no me hacía sentirme nada bien; de hecho tuve que mirar un par de veces hacia atras, con cuidado de no caerme, sabiendo lo patosa que soy, pero no había nada extraño, debía de ser una sensación mía, pero era muy intensa, y escalofriante.

Al cabo de media hora llegué a casa, estaba tan cansada que ni siquiera quise comer, y me fui directamente a la cama a dormir un buen rato.

Pero al mirar mi contestador descubrí que tenía un mensaje de Mark, mi buen amigo, al que por cierto, no veia desde hace nose cuanto tiempo.

Hola Susan!, me lo estoy pasando super bien aqui, ¡Pero nadie me dijo que en Alemania hacía tanto friooo!! Bueno, el caso es que te hecho muchiíimo de menos y tenía ganas de hablar contigo, también tengo muchas ganas de volver a verte pronto. Te he comprado un par de regalitos que son una preciosidad, que pena que no puedas verlos hasta dentro de diez días más... El viaje se ha alargado un poco, pero asi cuando llegue, tendremos más ganas de vernos.

¡Hasta pronto preciosa! ¡Muchos besos!

P.D: Llámame cuando llegues a casa, ¡Parece que se te ha tragado la tierra!


domingo, 31 de octubre de 2010

Capítulo 3: Un tropiezo inesperado.

Capítulo 3: un tropiezo inesperado.


-Ya hemos llegado, Susan. ¿Te gusta el sitio? - me preguntó un tanto nervioso.
-Es precioso, Jason. ¿Nos sentamos? -pregunté.
-Sí, claro.-Y fuímos a la mesa más lejana a la multitud, aunque no sabía porque quería tener intimidad, todavía casi no nos conocíamos.
-¿Pedimos ya? Me has hablado tan bién de estos helados, que me muero por probarlos. -Le dije sonriente.
-¿Que quieres tomar? -preguntó con la sonrísa más bonita y cálida que había visto en mi vida.
-La verdad esque hay tantos sabores que elegir, que no se muy bien que pedir.
No se que me pasaba pero yo no estaba en esa conversación. Sus ojos rojizos me hipnotizaban y no podía parar de mirarlos, y para mejorar mi situación él tampoco parecía poder parar de mirarme a mí. Su sonrisa me enamoraba y tenía unas ganas inconfesables de besarle, pero no sabía si él sentía lo mismo por mí.
-Te recomiendo el helado de fresa y chocolate. Ya se que es muy típico, pero ya verás que te encantará.-aconsejó nervioso- es la especialidad de la casa.
-De acuerdo pero tendremos que compartirlo, porque la verdad esque yo no como mucho, y tampoco esque tenga mucha hambre.-confesé avergonzada.
-Yo tampoco tengo mucha hambre, pero puedo pedir un helado pequeño. Te gustará mucho, me han dicho que está buenísimo.
-¿Esque tu no los has probado? -pregunté confusa. ¿Le gustaba este sítio, pero nunca había probado ningún producto suyo? -Gracias, Jason. -Dije, después de estar un momento en silencio.
-¿Por qué?-preguntó confuso.
-Sé que nos conocemos desde hace poco pero, me alegro mucho de haberte conocido, enserio. -Me sonrojé. Hasta yo notaba que teníamos química.
-Gracias a ti también por no haberme juzgado y haber salido esta noche con migo, Susan.-Y se fué ha hacer cola, sonrojado y riéndose.
Esperé en la silla de la heladería, muy nerviosa, sin saber porqué,mirándome en mi mini espejo de bolsillo a cada instante para acomprobar que tenia un aspecto "pasable", hasta que vi que Jason venía andando hacía mí un poco nervioso...
-Los helados ya están aquí. -Dijo canviando totalmente de humor -rico, rico, venga. ¡A comer! - Cuando se agachó para poner mi helado sobre la mesa se le cayó un papelito del bolsillo de la camisa; parecía un poco arrugado, pero no me pude resistir y lo cogí.
-Se te ha caído esto. ¿Qué és?- Le pregunté abriéndolo, demasiado confiada. Ponía:
Jason:
Hola cariño, te dejo mi número grabado para que no lo pierdas nunca.
622-166-645 / 206-334-9825
P.D: No olvides que el martes hemos quedado para tomar algo. Muchos besos, guapo. te quiere...
Tu Annie.
-¡Dame ese papel! -dijo gritando, lo suficientemente alto para que toda la cafetería se nos quedara mirando.
-Jason, lo he leído. ¿Para que sales con migo? ¿Te doy pena, o algo así? -Dije gritando. Y antes de que se pudiera explicar, y con todo el mundo mirándonos, le lanzé mi helado a la cara y salí corriendo de alli.
Fué un impulso repentino el haberle tirado el helado a Jason, pero creo que por primera vez en mi vida... Estaba celosa. Una cosa inexplicable en aquel momento, dado que yo y Jason no éramos nada y que esa nota no tenia porqué significar nada para él; y si lo significaba ¿Qué?...
Y lo que Jason no sabía esque a mi, si que me gustaría ser algo para él.
Corrí hacia mi casa, muy enfadada, y eso sí, demasiado avergonzada por haber montado ese numerito en la heladería...
Miraba hacia atrás, por si Jason venía para arreglarlo todo,(aunque más que nada era yo la que tenía que disculparse con él), y entonces me tropecé con un banco en el que estaban sentados unos tipos que fumaban y bebian como locos. Eran muy corpulentos, y no parecia haberles gustado mucho el que me cayerá encima de ellos, sin previo aviso.
-¿Tenemos una invitada?- Dijo un chico, o más bién ya un hombre de treinta y muchos años, mirando a sus amigos y riéndose. Era, como los demás, muy grande, tenía el pelo notablemente tintado y parecia ser el jefe de aquellos "gorilas". Me asustaba un poco ver unas cuantas botellas vacías, de vozka, tiradas por el suelo, pero me quedé allí, paralizada por el miedo y sin poder mover un solo músculo, no quería asustarlos y acabar mal.( O por lo menso peor de loq ue había acabado ya la noche)
-Lo siento, caballeros. -dije educadamente, exausta por la carrera que habia recorrido hace unos instantes- No era mi intención molestarles, lo siento mucho.
-Lo que nosotros sentímos es no habernos encontrado antes contigo, preciosa. -Dijo "el jefe", de nuevo, con una sonrisa de lo más maliciosa.
-Bueno, si me disculpan, me tengo que ir, ya es tarde. -Repliqué nerviosa.
-¿Irte? Si acabas de llegar. -dijo el mismo- Lo pasaremos bién.
-Lo siento, tengo que marcharme. -Les dije aun más inquieta, temiéndome lo peor.
Pero sin darme cuenta, me apartaban de la calle, para llevarme a un callejón apartado de la multitud.
-¿Que te pasa? ¿Estás asustada? -dijo el jefe, hechando, con una mueca de frialdad, a todos sus amiguitos, del callejón.
-Chicos, creoq ue deberíais dejarnos solos por un rato, esta puta es mía.
-Am... creo que... - ¿Qué?¿Me había llamado puta?Y sin darme tiempo a hablar se abalanzó sobre mí bruscamente, con un gesto amenazador y ambicioso.
-Déjate llevar, nena.-Me dijo intentando desabrochar mis pantalones y besándome el cuello.
Cerré los ojos para ver si era una de mis temerarias pesadillas, pero no. Aquello era tan real como yo misma, aquello me dolía como no me había dolido nada en toda mi vida. Me resistí pero no funcionó, solo conseguí que se enfadará aun más.
-¡¡¡Suéltame cabrón!!! ¡Socorro! ¡Ayúdenme! -Intenté gritar, pero de mi garganta no salió voz alguna, solo unos pequeños sollozos.
-¡¿No estás disfrutándo, nena!?- Dijo frenético, su aliento olía como una destileria en mi garganta.
Intenté librarme de sus terribles manos, que desde hace un rato, me estabn haciendo daño, pero mis esfuerzos eran nulos;
-¡Dejame, por favor! -conseguí susurrarle al oído, mientras hechaba a perder mi castidad, y me manejaba, como si yo fuera una muñeca.
-¡Cállate ya, puta! -y su mano se abalanzo sobre mi cara, a una velocidad de vértigo.
La cara me dolía mucho, y me sentia muy mal, un poco mareada, pero sobretodo enfadada con migo misma, por no haber tenido más cuidado y haber salido corriendo de allí en cuanto alí la situación.
No pensé que aquello terminaría tan pronto, pero el sufrimiento acabó repentinamente...
Andaba por un parque repleto de rosas,amapolas,margaritas,jazmínes y toda clase de flores,aquello era precioso, cuando de pronto me di cuenta de que el camino se bifurcaba y a un lado apareció Jason y al otro lado Red, los dos muy solitarios y mirándome a los ojos fijamente, trajeados a lo tradicional y... Radiantes.
De repente Jason, se sobresaltó al ver que Red se acercaba hasta mí y que algo se lo impedía a él,era como una fuerza invisible que no le dejaba avanzar más y viendo esta situación, al parecer, insoportable para él,se zafó de esa fuerza no visible y fue corriendo hasta donde estaba Red, los dos forcejearon pero a Jason no le costó gran cosa librarse de él y... ¡Se lanzó a matarlo!
-¡Ahhhh! ¡Red! ¡Jason!-Grité desesperada, pensando que seguía en aquella pesadilla que tanto me hacía sufrir.
-¿Susan?, ¿estás despierta? -Gritó Red.
-¿Qué haces aquí? ¿Donde estoy? ¿Porque estás con migo? -demasiadas preguntas, me dolía mucho la cabeza, y la verdad esque no tenía muchas ganas de saber las respuestas.
-Porqué te he encontrado tirada en la calle a las ocho de la mañana. -Dijo mientras me incorporaba cuidadosamente en la camilla de urgencias.
-¡¿Las ocho?! -Grité angustiada por la pesadilla, y un poco mareada.
-Tranquila, ya pasó todo. Estoy aquí, tranquila Susan.-Respondió.
-¿Aquí, donde? ¿Donde estamos? -pregunté muy confusa.
-Estamos en el Northwest Hospital; he llamado a tu madre y está de camino, tranquila, ya pasó todo, Susan.-Me consoló abrazándome fuertemente; pero,¿Todo? ¿Esque él sabía algo de lo que me había pasado aquella desastrosa noche? ¿Que me estaba ocurriendo? No entendía nada.
-¡Mi madre! -Dije recordando que ayer había prometido llamarla, si me quedaba hasta más tarde- ¡Estará preocupadísima!
-¿Te encuentro tirada a las 8:00 de la mañana en medio de la calle, y lo único que te importa es que tendrías que haber llamado a tu madre ayer?
En ese mismo instante, entraron mis padres, corriéndo, en la candente habitación, desesperados y muy angustiados.
Tube unas ganas inmensas de llorar, pero solo me di cuenta de que mis lágrimas caían de mis cansados ojos, cuando Red me tendío un pañuelo con olor a menta fresca; me encantaba ese olor, asique eso me animó un poco(dentro de lo que una se puede animar cuando la somenten a ese tipo de atrocidades).
Mi madre, sin decirme nada, me dió un abrazo y mi padre me acarició y me dió un beso en la frente.
-Señores, es mejor que dejen a la paciente descansar, no es bueno para ella estar en tensión en estos momentos, lo siento pero no pueden seguir aquí. -Dijo una enfermera que entraba, a la vez que para acompañar a mis invitados, a la salida, para renovarme el suero.
Mi madre me dió un gran abrazo que me dejó sin respiración y yo, se lo devolví lo más fuerte que pude.
-Mamá, papá, quedaos un poco más... ¡por favor!-les supliqué-por favor-repetí, pero esta vez mirando a los ojos a aquella enfermera rubia.
-Lo siento cariño, pero no nos podemos quedar más tiempo, es lo mejor para ti; además, cuandoacabe todo esto, y te recuperes, estaremos junto a ti todo el tiempo, nos tendrás que apartar de lo pesados que seremos, ¿De acuerdo?-Dijo mi madre sin darle tiempo a la enfermera a responder a mi pregunta.
-Adios, preciosa. -Me dijo mi padre, mientras me daba otro sonoro beso en la frente, y todos salieron de la habitación, pero Red se despidió de mi a través de la ventana, guiñándome un ojo, y diciéndome que todo saldría bién.-yo no le creía; no esque lo de la otra noche me ubiera matado, pero estaba muy triste, y hasta un poco traumatizada por todo aquello...
Me quedé a solas con la desconocida enfermera, que me estaba acomodando la almohada. Era Rubía y delgada, un poco pálida de piel y baste alta.
-¿Estás mejor, chica?-Me dijo la enfermera, que a judgar por su placa de identificación, se llamaba Annie.
-Si, estoy mucho mejor, gracias. -dije, todavía un poco mareada por la situación.
-Bueno, dentro de doce horas te daré el alta, si estás mejor, ¿De acuerdo?-Dijo con una gran sonrisa, que me inspiraba confianza.
-Encantada. -Le respondí, con muchas ganas de llegar a mi casa.
Entonces, salío por la puerta, pera dejarme descansar.
No paraba de contar las oras, eran las 10:00 de la mañana, asique aun me quedaba un buén rato para estar alli, pero la verdad esque se me hizo bastante ameno.
Me dieron el alta, sobre las onze de la noche, llovía bastante fuerte, pero a un así, en el coche no pude parar de pensar en mi discusión con Jason.
No sabía si disculparme, o que hacer.Estava muerta de verguenza, y la verdad es que no tenía ganas de nada, solo de tumbarme en mi cama, y olvidarme de todo este asunto.
Llegamos sobre las 23:45 a casa, y con un gran esfuerzo por mi parte, al subir las escalera, (aun seguía un poco mareada)abrí la puerta de mi habitación, y me pareció como si fuera la primera vez que entrava en aquel cuarto. Senti un frio inmenso, que me recorrió todo el cuerpo. Me parecía distinta, algo era diferente, pero no tenía ningunas ganas de averiguar que era, en aquel momento. No me sentía bien, pero un chocolate calentito siempre me ayudaba a encontrarme mejor, y cuando me disponía a bajar a por una taza bien llena, tocaron a mi puerta.
-¿Como estás, cariño? ¿Estás bien? -Preguntó mi madre, un poco nerviosa, por no saber que había sucedido aquella noche. Parecía bastante frustrada, pero era normal.
-Sí, mamá, gracias.-Le mentí. Para ver si se tranquilizaba un poco sonreí falsamente, pero no dió resultado, y como vió que no me podía sacar información, habló a solas con mi padre para ver si él lo conseguía.
-Hija... -Empezó mi padre.
-Dime, papá, que quieres? -Le dije con un tono un poco desagradecido.
-Hablar de lo que ocurrió ayer por la noche, recuerdas algo, nena?- Mis ojos no pudieron contenerse al escuchar la palabla "nena" y me heché en la cama, llorando.
No creo que mis padres se imaginaran lo que me había sucedido el día anterior, pero por ahora, era mejor que no supieran nada. Sí, por descontado, era mucho mejor, no quería ni imaginarme como me tratarían si lo supieran.
-Susan, ¿estás bien, cielo? -se disculpó mi padre.
-No pasa nada, papá, estoy muy cansada,creo que ahora me vendría mejor dormir un rato, hablaremos de esto en otro momento.-le impuse. I con un gesto poco amable le pedí que saliera de mi habitación inmediatamente.
-Bueno, está bien. Descansa.-Me dijo desde el otro lado de la puerta.
Parecía que le había molestado que no quisiera hablar,aunque era normal, pero en esos momentos nadie me podia ayudar, estaba demasiado cansada para reaccionar a cualquier pregunta.
Ni mi madre, ni mi padre, volvieron a insistir sobre ese tema en toda la noche. Con eso me conformaba.
Cuando intentaba dormir pasaban por mi mente imágenes de aquella traumática noche en el callejón. No lo había pasado peor en toda mi vida. La imagen de aquel hombre me rondaba la cabeza una y otra vez, sin parar... Sus manos, su cara, su cuerpo sobre mi... Todo me saba escalofríos.
Estaba muy confusa, pero algo tenía claro... Tenía que ir a hacerle una visita a Jason. Tenía que contarle todo loq ue me había pasado por la noche, tenía que decirle que me sentía fatal y que necesitaba su apoyo.
No sabía como ni por qué, pero esa situación me unió a Jason como si nada más pudiera hacerlo mejor. Ahora él era uno de mis mejores amigos.
Aquella angustiosa noche, no pegue ni ojo. Estaba demasiado nerviosa para dormir. Pensaba en Jason, y en la nota que vi... También en la enfermara que se llamaba Annie... Aquella situación me superaba y no sabía exactamente que hacer.
Miré el reloj y eran las 3:00 de la madrugada, y no estar dormida a esas horas, era muy extraño en mi, la persona más dormilona que conocía por el momento...
Conseguí dormir un poco después de bajar a por un vaso de leche caliente y una de las pastillitas que tomaba mi madre para relajarse cuando mi padre roncaba, pero aquella noche no me pude relajar hasta pasado un rato, y después de una semana teniendo pesadillas todos los dias, no tenía muchas ganas de dormirme, pero estaba muy cansada y al final, lo conseguí.
Me desperté a las 6:00 de la mañana, pero aunque solo había dormido una hora y me había tomado un calmante bastante fuerte, por mi estrés, los nervios seguían dejando su huella en mí. De las 7:00 a las 8:00 de la mañana estube todo día correteando por la casa...
Abrí mi armario antes de que me sonara la alrma para ir al instituto, me puse lo primero que cojí y me dirijí hacía el baño para quitarme los enrredos del pelo -cosa que no me gustaba para nada-. Cuando estaba desayunando un yogur de fresa y plátano-Del que después me di cuenta que llevaba tres dias caducado- fuí al baño a lavarme los dientes y salí de mi casa directa hacia la parada del autobús.

sábado, 30 de octubre de 2010

Capítulo 2: Otra pesadilla más.

-¡Otra vez no! ¡No! -exclamé irritada.
Me perseguían unos hombres de negro, tenían un sombrero de ese mismo color, con una capa morada. Corrían hacia a mi, pero entonces...
¡Entonces, apareció Red!, delante de mi, con los brazos extendidos, hacia los lados, para protegerme de los seis hombres; y cuando los siniestros se acercaron para atacar, él sacó una pistola y disparó al aire, y todos desaparecieron en una rojiza nuve de humo. Red y yo nos quedamos a solas, mirándonos a los ojos fijamente. A sus brillantes ojos negros, a su pelo marrón, y su bella sonrisa perlada.. Me hipnotizó... Y de repente sentí que sus firmes labios se acercaban suavemente a los míos, sus fríos labios color rosaceo.¡y me besó!. Estaba alucinando, el estaba enfadado conmigo, ¿por qué me besó? Y la pregunta más importante, ¿me deseaba? Yo a él sí.
De repente, me agarró por la espalda y me besó de nuevo intensamente, tirándome al suelo...
-Piii, piii, piii. - estiré el brazo, para apagar el maldito despertador, pero aquel ruido infernal no cesaba. No me lo podía creer; lo que me pasó, era, un sueño, pero esos sentimientos hacia él eran puros, o al menos eso creía yo. Sentía algo hacía él, y me di cuenta gracias a ese sueño.
Pero, ¿Con tanta facilidad me enamoraba de un chico al que apenas si conocía? Si, era conpletamente estúpida.
Bajé de la cama y me vestí, me peiné muy deprisa los enrredos que cada mañana se apelotonaban en mi pelo ya de por sí rebelde, y bajé las escaleras a toda máquina; llegaba tarde, y aquella mañana no podía desayunar como dios manda, asique cogí una manzana de el congelador, al vuelo, salí a todo corre de casa.
El cielo estaba encapotado. Empezaría a llover de un momento a otro.
Jason salió de su casa, iba a por el periódico, con el pijama y un donut en la mano, la verdad, resultaba un tanto cómico. Cuando me vió hechó ha correr y se metió dentro de su casa, aunque lo veía normal... ¿Quién sale de su casa sin vestir, o al menos sin una bata?, enfin.
Espere cinco minutos, pero el autobús no venía y entonces salió de nuevo para saludarme, pero vestido, y un poco más arreglado. Se dirigió a mi y me preguntó:
-¿Qué haces a estas horas fuera de casa?
-Esperar el autobús. ¿Tu a que instituto vas? -pregunté.
-Yo estudio en casa, pero además, hoy es sabado, ¿no lo sabías? -se me quedó mirando confuso.
-Se me olvidó aparagar el despertador, y esa maldita máquina, ha estropedao mi maravilloso sueño. -Grité excitada.
-¿Qué era tan maravilloso, si se puede saber? -preguntó extrañado.
-¿Ah? -dije aturdida-... No, nada... cosas mias. No te asustes.
-Bueno, ya nos veremos. Solo he venido a saludarte...mmm... ¡Adios!- y después de coger el periódico, entró a su casa.
-¡Adios, Jason! -dije maravillada por su presencia.
Cuando entré en mi casa, me fui hacía la cocina a por una taza de café y después directa a mi cuarto.
Cogí el libro de mates, otra vez, aunque me daba un poco de pereza. La verdad es que mates no era una de mis asignaturas favoritas, y tampoco esque me gustase mucho estudiar, pero quería tener un buén trabajo más adelante, como siempre me recordaba mi madre, y dentro de una semana tenía el examen...
El café ya casi se había acabado y cuando estaba apunto de ir a por otra taza, oí el timbre de casa. ¿Quién sería, a las 8:00 de la mañana, y un sábado?
-¡Voy! ¡Ya voy! -grité mientras me ponía las zapatillas rosas de ositos rapidamente -¿Quién es?. -pregunté al llegar a la puerta.
-¡Soy Jason! Tu vecino. Abre por favor.
Abrí la puerta de golpe. Jason me esperaba con una gran sonrisa al otro lado del umbral. Le sonreí timidamente. Hoy estaba muy guapo...
-¡Hola Jason! -le saludé. - ¿Para que vienes?
-Mm... Pues verás, mi madre me ha pedido que veniera a por un poco de... harina. Sí eso, harina. -tartamudeó intentando darme una excusa combincente, o eso me pareció a mí.
-Bueno, pues pasa. Creo que hay un poco en la cocina.-Respondí sin poder dejar de mirar a sus ojos pardos.
-Vale, muchas gracias; ¿me puedes decir donde está el baño?
Le miré atónita. Señalé a la última puerta al final del pasillo. Asintió y fue caminando muy despacio hacia ella.
-Sí. Al final del pasillo a la izquierda. -dije con una gran sonrisa.
Esperé unos minutos, pero decidí ir a la cocina y esperarle allí, ya que tardaba un poco... Salió del baño y le di la harina en la mano. Al rozar su piel, sentí que un escalofrío recorría todo mi cuerpo. Estaba congelado, su piel parecía hecha de hielo.
-¡Guau!-Dije.
Me miró confundido, entonces apartó su mano rápidamente de la mia.
-¿Que pasa Susan? -me preguntó asustado.
-¿Estas bien? ¿Tienes frio? -insistí preocupada.
-No. No creo que tenga, debe ser que he venido corriendo desde mi casa... -me contestó algo tenso. -bueno será mejor que me valla, ya es tarde.
Él estaba demasiado nervioso, no se que le pasaba... Pero me ocultaba algo, lo sabía, sobretodo porque vivía junto a mi casa, no era posible que se cansara.
-Bueno te acompaño a la puerta. -Dije- Adiós Jason, espero que quedemos algún día.
-Si, Susan.-Dijo, y se fue corriendo.
Esa mañana de sábado se me pasó muy lenta, porque mi mejor amigo, Nate, seguía sin volver de Londres, y no esque fuera una marginada social,)que de hecho no lo era), pero la verdad esque no tenia muchos más amigos con los que quedar.
Mis padres habían salido a compar; y por la tarde lo único que hice fue estudiar, pero a las 19:00...
-¡Susan! Abre tu la puerta, por favor, que yo estoy haciendo la cena. -gritó mi madre.
-Si, mamá -Dije con pesadez.
-Soy yo, Jason.
-¡Hola!-dije intentando (sin conseguirlo), sonar demasiado eufórica- Últimamente nos vemos muy amenudo, ¿No te parece? Pero no te quedes ahí, entra en casa.-Dije muy entusiasmada y con una sonrisa de oreja a oreja. La verdad esque tenía muchas ganas de volver a verle y podría aprovechar para conocerle mejor... Me parecía interesante.
-¿Mejor puedes salir tú?-preguntó indeciso.
-Claro, un momento. -le auncié alegremente.- Mientras se lo pregunto a mi madre puedes esperar dentro, si quieres. -le dije mientras me dirijía a la cocina- Mamá voy a salir con Jason esta noche.
-¿Quién es Jason, si se puede saber?-preguntó un poco extrañada, por el hecho de no saber cual iba a ser mi futuro marido...en sus fantasias.¿Conozco a sus padres?
-Pues él es nuestro nuevo vecino, y tranquila, no volveré más tarde de las 23:30.¿vale? -la tranquilicé.
-¿Nuestro nuevo vecino? ¿El hijo de ese padre tan guapo? De acuerdo, pero si te vas a quedar a cenar con él, llama a casa, no me quiero preocupar. -Dijo riéndose entre dientes. Supongo que estaría fantaseando.
-Tranquila señora White. -dijo Jason entre risotadas, antes de que mi madre se diera cuenta de que él estaba ya allí. -Mi padre ha cocinado hoy su famosa lasaña. ¡y no quiero perdermela! -Dijo Jason con su sonrisa habitual.
-Bueno, nosotros nos vamos ¿vale mamá?-dije demasiado contenta, para el asombro de Jason.
-Vale cariño, pero llevate un sueter por si luego tienes frío.-replicó.
-Si mamá, lo llevo en mi bolso.
-Adiós cariño, pásatelo bien, y recuerda que si piensas hacer algo con ese chico toma precauciones...-me susurró al oido.-Siempre he pensado que mi madre era demasiado liberal y demasiado poco cauta en ese sentido.
-¡MAMÁ! -Grité desesperada al pensar que Jason lo podía haber oído, pero lo miré y no se reía.
-Solo te lo digo, porque quiero tener nietos, pero no tan pronto, hija.- dijo riendose. -¿Llevas precauciones en el bolso?-me insistió demasiado confiada, nuevamente al oído(claro está)...
-¡Hasta luego mamá, te quiero! -Dije en un intento por salir de aquella conversación, que me parecia más y más incómoda por momentos...
Cerré la puerta lo más deprisa que pude, cogí a Jason de la sudadera y salimos de allí a toda prisa.
Los dos estabamos muy callados, hasta que él se decidió a decir algo por fin.
-Susan,-estaba muy nervioso.-Solo quería ver como estabas y... Preguntarte si tal vez.. querrías ir a tomar algo, o a dar un paseo conmigo.
Se había arreglado demasiado... Aunque yo tampoco daba mucho la nota a su lado.
-Claro que sí. Si no, no estaría aquí... ¿Pero ahora? -No sabía que quería él exactamente de mi, pero bueno... No quería darle plantón, asi que le seguí el juego.
-Si tu quieres, ese era el plan, pero solo, si tu quieres. -Dijo él.
-Bueno -Respondí. -si he salido tendré que hacer algo, y no voy a desaprovechar una invitación de un chico guapo para ir a dar un paseo ¿No?-Sonreí.
-No deberías, porque el chico guapo también te puede invitar a un helado.-era una invitación tentadora.
-ufff, me encantan los helados... ¡Decidido, voy! -Dije.
-Menos mal, porque si hoy no utilizaba los vales para ese helado, caducaban.-Dijo sonriendo.
-me alegro de no haberte decepcionado-Me reí a carcajadas.
Caminamos durante un rato por un paseo lleno de palmeras y al lado del lago... Era precioso, yo ya había estado allí antes, pero ahora era especial; parecia haberme olvidado completamente de todo y que solo existiera Jason. Era mágico; él iba con una camisa que casualmente era de mi color favorito, el azul celeste, con unos jeans y con unas deportivas. No iba precisamente muy elegente pero era perfecto. Yo iba con una camiseta un poco escotada de color rosa y una debajo de color blanco, con unos pitillos celestes y con unos zapatos de tacon, blancos, que me había comprado hace una semana.
No podía parar de mirarle a los ojos porque los tenía rojos, lo que resultaba raro, porque la última vez que lo vi tenía los ojos marrones y también tenía el pelo rubio y sedoso, no como ahora que era de color miel o marrón, no lo podía distinguir muy bién, pero era mi tipo de chico, el chico perfecto, aunque no lo había visto mucho. Sabía que entre nosotros había química, pero todavía no estaba muy decidida porque también seguía recordando a aquel chico misterioso del autobús que no quería sentarse conmigo.
-¿Queda mucho para llegar a la heladería, Jason? -Pregunté. La verdad es que andar tan cerca de él sin poder dejar de mirarlo todo el rato era un poco incomodo para los dos, o por lo menos para mí.
-Está a la vuelta de la esquina , pero ya verás que caminar tanto rato habrá valido la pena. Esos helados están buenísimos, y estoy seguro de que te gustarán. -respondió él.
-Si tu lo dices seguro que están deliciosos.-dije; y sin darnos cuenta ya habíamos llegado a la esperada heladería. La verdad esque era muy grande y bastante bonita por dentro, pero supongo que Jason no me habría llevado allí solo por un helado... ¿O si?

Capítulo 1: Primeros encuentros

" Ya no podía más..."

-¡Dejádme en paz! Grité, cuando de pronto...caí al suelo. Me levanté y volví a intentarlo, pero no podía más, mis piernas ya no aguantaban en pie, necesitaba un descanso, pero no podía parar de correr. Me iban a alcanzar, estaba segura, aquello parecía tan real; pero cuando las sombras estaban al alcance de mi mano, desaparecieron... y el miedo se esfumó de repente.
-¡SUSAN, EL DESAYUNO!
En un intento fallido por levantarme, me caí de la cama, rodé hasta la silla de mi escritorio, me puse las zapatillas y me fui corriendo hasta el baño para arreglarme.
Después de vestirme, bajé a tomar mi desayuno favorito, tortitas con caramelo y plátano.
Cuando acabé de desayunar, me fui al baño para lavarme los dientes, cogí la mochila al vuelo y caminé hacia la puerta para irme al instituto, en cuanto puse un pie en la calle me di cuenta una vez más de que en Seattle había llegado el invierno, aunque un poco pronto porque todavía no habíamos llegado al mes de diciembre... No conseguía acostumbrarme a esa época del año; esperé cinco minutos, y llegó el autobús del instituto. Cuando subí, cai en la cuenta que mi mejor amigo, Mark, no estaba desde hacía dos semanas, lo echaba mucho de menos, sin él el instituto ya no era lo mismo. (o al menos apra mí);
Entonces me di cuenta de que había un alumno nuevo, y me dirijí hacía él al ver que estaba solo en el asiento.
-Hola, ¿está ocupado este sitio? -le pregunté; la verdad es que no quería dejarlo solo.
-Prefiero sentarme solo, si no te importa. -dijo muy serio.
-La verdad esque no hay más sitios, lo siento...-Ya se habían sentado todos, pero tampoco esque yo tubiera la peste o algo asi ¿No?
Pasamos un rato sentados sin hablarnos; él era muy hostil, pero me pareció bastante atractivo a primera vista...
-¿Cómo te llamas? -le pregunté al ver que el no se atrevía a decir nada.
-Red. -dijo muy seco.
-Encantada. -dije, entonces hice un intento por estrecharle la mano, pero se giró hacia la ventana.- Mi nombre es Susan, por si lo querías saber. -dije un poco nerviosa.
-Nadie te ha preguntado.-contestó.
-Lo siento si te he molestado, Red.-Le dije.- Pero tampoco creo que pase nada si fueses un poco amable.
-Ah, vale. -dijo entre dientes, no me caía bien, pero algo de él me atraía, no sabía que era.
Llegamos al instituto, y miré el planing; me tocaba sociales, no amaba esa asignatura, pero como en todas, tenía que asistir para aprobar...
A la hora de comer, me topé con Diana y con su seguidora, Andrea.
Diana era la chica más odiosa del instituto,aunque siempre me he preguntado por qué; oh, oh... eso acabaría mal, no se por qué, pero me tenía manía... Dicen que cuando una chica te tiene mania es porque le supones un problema, y la mayoria de las veces que es porque está celosa de ti;
pero ¿Qué celos podía tener una chica como Diana (guapísima, muy delgada, rubia, y extremadamente rica), de mi?
-Hola Susan. -dijo con su tonito habitual.
-Hola Diana. -dije imitándola, aunque no me salía del todo bien.
-Oye, ¿alguna vez te has peinado? Es que pareces un estropajo con patas. -se rió a carcajadas.
La verdad esque siempre intentaba dejarme mal delante de todos... Y muchas veces lo conseguía, pero esta vez no, no se saldría con la suya.
-Lo síento Diana. -dije riendome entre dientes.
-¿Por que lo síentes? -preguntó.
-Lo síento por dos cosas.-le contesté sarcástica.
-¿Y cuales son? -preguntó confusa.
-Una, tengo muy mal carácter, y la segunda es que mi refresco no pega con tu pelo. -y acto seguido, le tiré mi naranjada a la cabeza.
-¿Cómo has podido? ¿Qué has hecho? -preguntó furiosa y quitándose la bebida de los ojos.
-Mejorarte el peinado,-Dije lo suficientemente alto como para que todo el comedor pdiera oirlo.- ¿Ahora quien tiene el pelo peor? -susurré entre dientes.
-¡Ahora verás!. -y cogió un puñado de su ensalada con la mano y me lo tiró a la cabeza.
Una mano me arrastró hacia el suelo cogiéndome por el hombro, y la ensalada aterrizó en la cabeza de Zoey, una niña de 3º de ESO, dos cursos inferiores al nuestro...
¡Oh, Dios, Mio! La verdad esque me temia lo que iva a pasar, pero esperaba que nadie cometiera ninguna tonteriá como...
-¡¡¡Guerra de comida!!! (Sí, exactamente como esa tonteria).
Y se inició una inacabable lucha de comida. Y cuando giré la cabeza para ver quien me había rescatado de aquel gigantesco plato de espaguetis, no había nadie, solo la comida volando por los aires.
Entonces me escondí detras de una puerta y allí vi otra vez a aquel chico del autobús, entonces le miré y los dos nos empezamos a reir a la vez sin saber por qué...
De repente entró el director Stakermen, el hombre más insoportable del planeta Tierra; venía con todos los profesores y gritó:
-¡PARAD! -pero nadie le hizo caso.
-¡PARAD U OS EXPULSARÉ A TODOS!. -pero nadie paró de tirar comida, hasta que... ¡¡RINGGG!! Sonó el timbre, y en un abrir y cerrar de ojos no había nadie en el comedor nada más que el director, Red y yo; eso no iba a acabar muy bién.
-¡Vosotros dos, a mi despacho! -gritó. Red y yo nos miramos y con la cabeza gacha,aunque con una risita insostenible entre dientes, nos levantamos y fuimos directos al despacho.
Cuando llegamos, citó a Red y me dijo que esperara fuera.
Cuando acabó de hablar con Red,después de un largo rato, me llamó a mi, y fui hacía la puerta cuando de pronto red me guiñó un ojo mientras salía de la habitación. Sinceramente yo no entendía nada, antes era tan hostil, bueno me sentí un poco desconcertada, pero la verdad es que me gustó. Entré muy asustada en aquella habitación, me senté frente a frente con el director Stakermen pero sin mirarle a la cara, y me dijo:
-Tu debes de ser Susan, me gustaria decir que estoy encantado de connocerte pero por desgracia no es asi.(Habeís conocido a alguien más insoportable?) Red me ha dicho que él ha empezado la pelea, pero quiero oir tu version de los hechos, jovencita.
-¿En serio le ha dicho eso?-pregunté atónita.
-Si. ¿Tienes algo que añadir?
-¡SI! Claro que si, no puede culparle a él, fué Diana. -dije.
-¿En serio? Veamos, ¿así que estaba intentando protegeros? -preguntó.
-Eso creo. -dije, aunque estaba totalmente desoncertada, por la versión de Red.
-¿Y tu has hecho algo? -preguntó- porque no dudaría en creérmelo.
-Bueno... Solo es que... Le tiré el refresco en la cabeza a Diana... Pero fue por que ella me provocó, y me puse nerviosa y... -dije más impaciente aun.
-¿Que? Bueno, ya he oido bastante... Y ya he tomado una decisión, estáis los tres castigados a partir de mañana, después de clase, durante toda una semana. Puedes darle la notícia a Red y dile a Diana que quiero hablar con ella, yo mismo se lo diré. -exigió el director.
-Pero... ¡No es justo!
-¡La vida no es nada justa! Y ahora fuera de mi despacho inmediatamente. -dijo. Me fui sin decir nada, muy enfadada con aquel monstruo, pero con una sonrisa en la cara al saber que iba a estar durante toda una semana con Red. Cada uno se fué a su clase sin decir nada porque el director nos estaba vigilando.
Las clases iguieron su curso normal, es decir, puro aburrimiento. Mates, geologia, historia del arte... El día se me hizo muy largo, la verdad.
A la salida del instituto, me encontré con Red, parecia un poco serio y distante, pero no sabia que decirle, puesto que tenia unos cambios de humor asombrosos. Al final se me ocurrió algo.
-Hola, ¿Que te ha dicho? - le pregunté.
-Que la proxima vez que quiera llamar la atención, no lo haga en el instituto. -me contestó irritado.
-¿Por que te echastes la culpa? ¿Esque ahora te caigo bien? ¿y Dinana te cae bien? -le insistí.
-Me culpé, porque yo ya estoy acostumbrado a los castigos, pero por vuestra pinta se podría decir que vosotras no. -añadió.
-Ya... pero, a mi me da igual con tal de que castiguen a Diana. -dije.
-¿Ah si? -me preguntó- ¿tan mal te cae? Aunque nose por qué pregunto nada, solo hay que ver el numerito que habeis montado en la cafetería, pero la verdad esque ha sido muy gracioso.
-Si... pero tempoco me importa porque así nos podremos ver más... -dije bastante sonrojada.
-Bueno, yo me voy -respondió él muy frío.
-¿Es que he dicho algo que te ha molestado? -le pregunté mientras se iba.
-No, no es nada -dijo.
-Bueno, ¡ADIÓS! -grité. Y como eran las 14:00 h. me dirigí hacia el autobús para irme a casa...
Todavía no sabía que le diría a mis padres con respecto a lo del castigo y todo eso, pero ahora estaba concentrada en otras cosas mas importantes, como por ejemplo en qué haría o qué le diría a Red mañana, no quería volver a cagarla.
Al bajar del autobús, en dirección a casa, me encontré con mi nuevo vecino. No sabía nada de él, pero creo que se mudó hace dos dias.
-Hola, ¿no nos conocemos verdad?-le pregunté.
-Creo que no-Dijo el chico.
-Encantada de conocerte, mi nombre es Susan, ¿y tu, como te llamas?
-Jason, Jason miller.-¡OhDiosMio! ¡Era guapísimo y era mi vecino! Tenía unos grandes y bonitos ojos marrones verdosos y tenía una piel muy morena y unos brazos firmes y... Era muy... ¡Dios! ¡Era demasiado!
-Encantada de conocerte Jason,(le dije demasiado alegre, y con una sonrisa que desde mi punto de vista, era la de una imbécil) hablaremos en otro momento, ¿vale? Esque... Me tengo que ir -titubeé.
Yo estaba muy nerviosa, pero esque lo mio era muy fuerte, primero me encontraba con Red y ahora con este nuevo vecino tan guapo.
-Mmm, vale, bueno, si me necesitas ya sabes donde estoy -respondió con una sonrisa, practicamente perfecta.
Entre a mi casa, dejé la mochila en la entrada y fuí directa a mi habitación para estudiar, mientras se hacía la comida, pero cuando vi a mi madre llorando en el comedor me asusté mucho, así que dejé la chaqueta en mi cuarto y fuí corriendo a preguntarle que pasaba.
La verdad esque esta era la primera vez que veia a mi madre llorar, asique el sunto tenía que ser bestante grave.
-Mamá, ¿qué te pasa? -le prengunté muy asustada
-Nada cariño, estoy bien. -dijo en un intento fallido por convencerme.
-Mamá, no tengo 2 años, puedes contármelo. -le dije.
-No quiero preocuparte.-me dijo desconsolada.
-Mamá, por favor dímelo.- le insistí.
-Bueno, pues verás, la verdad es que... En la fabrica de tu padre han hecho limpieza de personal, lo han despedido y para mejorar las cosas lo han reemplazado por una máquina, mucho más... La palabra fué "eficiente", y eso le ha afectado. -dijo mi madre.
-Mamá, no te preocupes, verás que todo saldrá bien, yo me pondré a trabajar, ayer vi que en el café de aquí al lado necesitan personal, y ya sabes que tengo esperiencia como camarera, conseguiré ese trabajo y saldremos adelante.-dije.
-No, Susan, no quiero que dejes de estudiar por esto, acabas de empezar el curso y solo tienes 16 años cariño, las chicas de tu edad necesitan seguir estudiando para conseguir un trabajo de verdad en el futuro. -me aconsejó mi madre.
-Mamá tranquila, después del instituto me iré a trabajar, y después a la biblioteca, lo que me queda de tiempo, y los días libres estudiaré mucho, te lo prometo.
-Bueno, la verdad esque lo necesitamos, pero solo si estudias de verdad, ¿vale? -preguntó convencida.
-Todo saldrá bien, ya lo verás. -dije. Después de la charla, cogí unas patatas fritas y subí corriéndo a mi cuarto, porque estaba muy cansada, y con la charla de mi madre se ma habían quitado todas las ganas de comer que podía trener.
Al subir, me tumbé en la cama y vi mi película favorita, sonrisas y lágrimas, al acabar la película, sobre las 19:00, bajé corriendo a cenar. Cuando llegué a la cocina había pasta casera hecha por mi madre, entonces, cogí los vasos y cubiertos, y empecé a poner la mesa.
Al acabar, nos reunimos todos y empezamos a cenar; mi padre tenía una cara muy larga, estaba deprimido, pálido, y tenia unas ojeras que daban miedo,(parecia que no hubiera dormido en toda una semana), pero tenía miedo a decir algo y poner las cosas peor todavía... Aunque tampoco quería estar callada. Estaba confusa, no sabía que hacer, así que le dije:
-Papá,mamá me ha contado lo que nos está pasando, y la verdad, no creo que sea tan grave. Tranquilo, todo se arreglará. Yo voy a trabajar en un café, y pagan muy bien. Mientras tanto, podremos sobrevivir con nuestros ahorros.
-Cariño, no es por el dinero, es porque me han reemplazado por una absurda máquina, y a mi me gustaba mi trabajo, así que Susan, por el dinero no te preocupes, tenemos suficiente ahorrado para seguir con nuestras vidas normales durante un buen tiempo. -dijo convencido.
-Cambiando de tema, tengo una buena noticia. He encontrado trabajo, soy asistenta del cine Uptown, vamos, que vivimos en frente; solo será bajar de casa, dar unos cuantos pasos y llegar, así que tranquilo, estaré aquí al lado. -Añadió mi madre.
-¿Y cuando nos lo pensabas decir, Lana? -Dijo mi padre muy feliz.
-Lo siento, estaba esperando el momento adecuado; el trabajo está bastante bién, me pagarán 870 euros al mes y solo trabajaré 5 horas al dia, de miercoles a domingo.
-Menos mal, por lo menos tendrémos dos sueldos, por que yo también he estado buscando, pero no he encontrado nada. -dijo mi padre cambiando de humor en un instante.
-Papá, mamá, estoy segura de que lo solucionaremos. Hasta entonces estaremos bién. -Dije sonriendo -No os agobieis.
-Estoy de acuerdo Henrie, no nos tenemos que agobiar, todo saldrá bien.-Dijo mi madre.
Entonces, yo acabé de cenar, y después de fregar los platos y darles las buenas noches, subí las escaleras en dirección a mi cuarto, y saqué el libro de mates de la mochila. Me tumbé en la cama para estudiar, y creo que me quedé dormida...